Rezola (Astigarraga): Marzo 21, 2015

Recién estrenada la primavera, como Nesss está de ruta oscense en el puente de San José, Edu y Ana se adhieren a la sidrería organizada por Diego y amigos que resulta ser Rezola (no confundir con la antigua Rezola, ahora Ipintza, que es el caserío de abajo), inédita para la gran mayoría de los asistentes.

Asistentes: Diego y señora y sus 11 amigos, Ana, Edu

Previo

En el bus camino de Astigarraga, que mutó de A2 a A1, Ana y Edu encuentran a Ana y Eneko que van a Gurutzeta. Bus lleno de sagardozailes, y es que es sábado a mediodía, amigos!! desde Astigarraga llaman a Diego y los suyos que ya se dirigen en coche para allá. La cuesta de Santio Zeharra amohina a la caribeña. Aunque aún no ha llegado el grueso del pelotón, entran.

Sidrería

Amplio local con mesas en planta calle y superior y pasillo final donde están las kupelas (hay otras kupelas de madera tumbadas en el comedor pero cerradas al estar al ladito de las mesas). En el pasillo, con bonito y suave curva a la izquierda, 9 kupelas de madera, de pie, y al final 4 más de metal, unas 3 con grifo a disposición del respetable pero el atento cashero abría las que pidieras. Pasillo atestado de gente... y es que Rezola es una de las del Sagardo Bus, amigos!! No obstante, tras coger dos vasos de la mesa alta sin bancos para 15, Ana y Edu se endiñan unos 6 vasos en los primeros 5 minutos hasta que llegan Diego y los suyos. Esto huele a un magnífico estreno sidrero de la caribeña.

De comer, chorizo a la sidra, cuatro tortillas de bacalao con cebolla, muy finitas pero ricas; cuatro bandejas de bacalao al horno (con la piel para arriba) con pimientos, que está delicioso; la madrileña cubre la apuesta de sus convecinos y friega todas las bandejas a su alcance mientras el sector esquinero asalta los restos. Cuatro txuletas que sirven ya cortadas (mala señal) coincidiendo que la que toca a los más carnívoros resulta estar como un zapato (no tranquilizaron a la vaca antes de darle matarile...), se prueban las otras y estaban mejores aunque tampoco para tirar cohetes; los roe-roe encuentran buenos bocados en los numerosos huesos; se piden otras dos chuletas, que acaban siendo devoradas mano a mano por los carnívoros más extremos, tiernas pero muy lejos de estar buenísimas; en realidad, ninguna de las seis txuletas se acerca a la media de lo que solemos encontrar en las sidrerías. Y es que es sábado a mediodía, amigos!! de postre nueces vascas, queso y membrillo en raciones adecuadas y ricas. También hubo algún arroz con leche, 13 cafeses, e incontables barras estrechas de pan a lo largo de la comida. En total, 28€ cada, tirando a barato al menos para los que más jamaron.

La gran cantidad de gente da ambiente, aunque lamentable en algunos casos: mucho aplauso, pataletas de los de la planta superior (pena que no cedió el suelo...); y es que los sábados a mediodía ya se sabe lo que hay, amigos! pero en general se bebió de todas las kupelas y mucho, siendo la sidra más rica por suave la de la 7 (extrañamente una de las abiertas al público) y la primera del pasillo, supuestamente "demasiado dulce", también gustó; no así las metálicas, demasiado poco hecha. La caribeña causa furor en el pasillo de las kupelas provocando numerosas tortícolis; también sabe medir muy bien sus fuerzas pues sobrevive perfectamente a su primera sidrería y no podemos decir que bebió poco. Quizá ayudaron las 7 veces que fue al baño, y es que ya dicen que no solo hay que saber beber sino también... Al final aguantamos hasta que cierran el txotx a las 18:00 tomando varias veces la última sidra.

Epílogo

Al salir cada uno tira para un lado. Ana y Edu bajan (literalmente) a Astigarraga, pasando por el frontón donde alguna baila los bailes de los niños. Trago en el antiguo bar Txotx, ahora Petxe (comorrrlll??), con ambiente de discoteca, y vuelta a Donosti en el A2, hasta los huevos del A1 y su excursión por Donostialdea.

En resumen, la sidre no estuvo mal... para ser una del Sagardo Bus y ser sábado a mediodía (ya lo habíamos dicho, ¿verdad?). Lo mejor, el bacalao al horno, la sidra, y el cashero que no abandonó el pasillo; lo peor, sin duda, la carne.